Entre 1960 y 1964 Roger Corman dirigó seis adaptaciones basadas en relatos de Edgar Allan Poe. Este está basado en La máscara de la muerte roja de 1842 y realmente es fantástico como logra llevar a la pantalla grande esa atmósfera enrarecida del relato casi medieval de Poe.
La historia comienza con la muerte roja representada con un hombre vestido completamente de rojo, sin rostro, que le entrega una rosa teñida de rojo a una anciana de la villa de Catania, diciendo que llegará el momento de la revelación. La anciana se convierte en la primera víctima de la muerte roja y el príncipe Prospero atestigua con horror el inicio de la plaga.
Vincent Price es Próspero, el villano de turno que nos gusta odiar, pero el verdadero antagonista que ronda cual espada de Damocles su momento para atacar es esa figura misteriosa que Corman recrea con hermosa cualidad metafórica: LA MUERTE ROJA.
Corman le aporta a la historia una reflexión metafísica sobre la muerte que no se halla tan explotada en el cuento de Poe aunque se deja traslucir. Nos recuerda a Ingmar Bergman y su muerte jugando al ajedrez del film El séptimo sello en sus devaneo filosóficos y en ese final enigmático rodeado de otras "muertes" en colores distintos.
La fotografía del film es algo espectacular y mientras nos divertimos con los intentos del príncipe de corromper a la bella e inocente Francesca mientras se refugia de la muerte detrás de las gruesas paredes de su castillo. Tenemos secuencias oníricas y demenciales con colores imposibles para una película de terror de la contemporaneidad, que solo sabe abusar de los claroscuros. Esa maestría a nivel de fotografía es responsabilidad de quien luego se convertiría en un Director con atributos bastantes dispares pero sin dudas siempre preocupado por la calidad casi pictórica de sus imágenes como lo es Nicholas Roeg. Casi nos hace pensar que como director es un excelente fotógrafo de cine y prueba de eso es la calidad pictórica de este film.
Un relato gótico y clásico que los invitamos a disfrutar en su gloriosa y esplendida calidad pictorica y audiovisual que le aporta una nueva dimensión a un cuento bastante corto de Edgar Allan Poe, compitiendo por la belleza del terror absoluto.
La historia comienza con la muerte roja representada con un hombre vestido completamente de rojo, sin rostro, que le entrega una rosa teñida de rojo a una anciana de la villa de Catania, diciendo que llegará el momento de la revelación. La anciana se convierte en la primera víctima de la muerte roja y el príncipe Prospero atestigua con horror el inicio de la plaga.
Vincent Price es Próspero, el villano de turno que nos gusta odiar, pero el verdadero antagonista que ronda cual espada de Damocles su momento para atacar es esa figura misteriosa que Corman recrea con hermosa cualidad metafórica: LA MUERTE ROJA.
Corman le aporta a la historia una reflexión metafísica sobre la muerte que no se halla tan explotada en el cuento de Poe aunque se deja traslucir. Nos recuerda a Ingmar Bergman y su muerte jugando al ajedrez del film El séptimo sello en sus devaneo filosóficos y en ese final enigmático rodeado de otras "muertes" en colores distintos.
La fotografía del film es algo espectacular y mientras nos divertimos con los intentos del príncipe de corromper a la bella e inocente Francesca mientras se refugia de la muerte detrás de las gruesas paredes de su castillo. Tenemos secuencias oníricas y demenciales con colores imposibles para una película de terror de la contemporaneidad, que solo sabe abusar de los claroscuros. Esa maestría a nivel de fotografía es responsabilidad de quien luego se convertiría en un Director con atributos bastantes dispares pero sin dudas siempre preocupado por la calidad casi pictórica de sus imágenes como lo es Nicholas Roeg. Casi nos hace pensar que como director es un excelente fotógrafo de cine y prueba de eso es la calidad pictórica de este film.
Un relato gótico y clásico que los invitamos a disfrutar en su gloriosa y esplendida calidad pictorica y audiovisual que le aporta una nueva dimensión a un cuento bastante corto de Edgar Allan Poe, compitiendo por la belleza del terror absoluto.
NO es mi tipo de película, así que creo que paso de ella..
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